Le di 7.000 dólares para la boda. Sin condiciones. No me importaba la lista de invitados, ni el vestido, ni el lugar, sólo quería que fuera feliz. Así que cuando me enteré por la madre de su prometido de que no estaba invitada, se me cayó el alma a los pies. Ni siquiera me enteré por ella. Luego comprobé el registro y vi que mi nombre seguía figurando como "padrino". Fue entonces cuando me di cuenta de que no se trataba sólo de la onda...
Sentada en la mesa de la cocina, me quedé mirando la pared, intentando procesarlo todo. ¿Naomi no me había invitado? Fue como un puñetazo en el estómago. No me cabía en la cabeza que mi hija, a la que tanto había apoyado, ni siquiera pudiera decírmelo ella misma. ¿Cómo esperaba que reaccionara? En ese momento, mi teléfono zumbó y recibí otra noticia de la boda, lo que echó más sal a la herida.
Todo el mundo decía siempre que yo era una madre paciente, pero esta situación me estaba poniendo a prueba. ¿Qué había pasado entre nosotras que la había llevado a tomar esta decisión? Me enorgullecía de estar ahí para Naomi en las buenas y en las malas. ¿La idea de que mi propia hija me dejara así? Era casi como si los recuerdos del pasado ya no contaran para nada y eso dolía más de lo que las palabras podían explicar.
Los recuerdos de Naomi cuando era pequeña inundaron mi mente: recogiendo margaritas en el patio trasero y nuestras maratones nocturnas de películas. Siempre habíamos estado muy unidas. Cuando se marchó a la universidad, prometimos mantener un vínculo fuerte. ¿Cómo nos habíamos distanciado tanto? Sentí el impulso de luchar contra las ganas de llamarla y exigirle respuestas. No era yo quien debía pelear o gritar. Naomi y yo siempre habíamos sido mucho más comprensivas.
Necesitaba hablar, así que llamé a Linda, mi amiga más antigua y cercana. "No te lo vas a creer", empecé, contándole los detalles. "¡Christine, es impactante!" exclamó Linda. "¿Qué tiene que decir Naomi?". "No lo sé", respondí. "Ése es el problema. Intento entender el porqué". Linda sugirió: "Quizá haya algo más. Averigüémoslo sin montar una escena". Sus palabras me dieron un pequeño rayo de esperanza.